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Un regalo envenenado

Las donaciones son solo un buen negocio para marcas y oenegés y para entender por qué hay que ver Haití. Después del terremoto de 2010 la filantropía copó calles y oficinas prometiendo ayudas que nunca fueron tales. Una de las más recordadas fue la de Monsanto que intentó entrar al país con 475 toneladas de semillas transgénicas pero encontró un campesinado que lleva la resistencia en la sangre y que jamás se pondría de rodillas.

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